El inicio de un nuevo año suele ser
momento de balances y replanteos en la vida de cada persona.
Revisamos lo que nos propusimos el año
anterior, qué es lo que pudimos concretar, qué no logramos y cómo
podemos alcanzarlo a futuro.
Muchas veces nos perdemos en objetivos
imprecisos, poco claros, o nos proponemos metas inalcanzables ( por
su dificultad o su falta de realismo ) que luego nos desaniman.
La elección de objetivos inadecuados
en ocasiones se relaciona con la falta de conocimiento de nuestras
propias posibilidades, pasando por alto nuestras capacidades y
nuestros puntos más flacos.
Alcanzar un propósito requiere de una
firme voluntad, pero también de diseñar un plan para llegar a
cumplirlo. Recordarlo y tenerlo presente con frecuencia, es
fundamental. Las metas no se alcanzan por arte de magia ni por
casualidad. Son el resultado de un proceso, de un trabajo sostenido,
que incluye la posibilidad de alcanzar objetivos intermedios,
avanzando gradualmente.
Poder hacer un trabajo de revisión
personal, pensando en quiénes somos y a dónde queremos llegar es
fundamental para definir objetivos realistas, alcanzables, acordes a
nuestras posibilidades.